En estas sección, reflexiono sobre la autoevaluación del desarrollo competencial que llevé a cabo al inicio del máster .
En el inicio del máster, en el marco del módulo 1 ("Política universitària. La docència a la universitat"), los alumnos/as del máster realizamos un análisis de nuestro desarrollo competencial.
Para conocer la percepción sobre el propio nivel de desarrollo de las seis competencias docentes definidas, indiqué (marcando SÍ o NO en la casilla correspondiente) si en mi acción docente se cumplen los comportamientos recogidos en los siguientes ítems:
Para conocer la percepción sobre el propio nivel de desarrollo de las seis competencias docentes definidas, indiqué (marcando SÍ o NO en la casilla correspondiente) si en mi acción docente se cumplen los comportamientos recogidos en los siguientes ítems:
Rellenar la autoevaluación y comparar los resultados obtenidos con los indicadores del documento “Nivells competencials per a l'avaluació de la formació docent del professorat universitari” resultó muy enriquecedor. Siendo sincero, nunca me había puesto ni siquiera a pensar en el concepto de competencia. En general, me sirvió para reafirmarme en el hecho de que tenía (y tengo) un nivel bastante bajo de competencias docentes. De hecho, este fue el principal motivo por el cual me apunté al máster.
El nivel más alto (quizás un nivel 2) lo alcancé en las dos primeras competencias (competencia interpersonal y competencia comunicativa). ¿Por qué? Supongo que siempre entendí que estas dos competencias son las más relevantes para la docencia. De hecho, fueron las que tanto yo como todo el grupo evaluamos como las más relevantes en el ejercicio que realizamos en clase. Sin embargo, quedó claro que debía trabajar todavía mucho para mejorar mis habilidades en estas dos competencias, sobre todo en aquellos aspectos relacionados con los indicadores de nivel 3 (p. ej. aspectos éticos y de conexión con los alumnos).
Mi nivel en el resto de las competencias docentes resultó bajo. En las competencias metodológica, de innovación, de trabajo en equipo y de planificación y gestión de la docencia probablemente no alcancé ni el nivel 1… En esto influyó, seguramente, mi poca experiencia como docente y que hasta la fecha solamente había impartido clases o módulos sueltos sin participar en la coordinación de las asignaturas. Por ejemplo, daba (y doy) muchas clases de prácticas, sin haber participado en el diseño de las mismas. En consecuencia, reflexioné sobre la necesidad de pensar en estrategias factibles para ir mejorando diferentes aspectos de estas competencias. Pensé, que, en la medida de lo posible, debería involucrarme más en la parte de gestión y planificación de las asignaturas en las que participo. Asimismo, llegué a la conclusión de que debería ir poniendo en práctica algunas de los conceptos, metodologías e innovaciones que fuéramos aprendiendo durante el máster. Finalmente, en la autoevaluación, consideré que tenía la actitud necesaria para mejorar, pero que era necesito un plan conciso y viable para poder hacerlo con éxito.
El nivel más alto (quizás un nivel 2) lo alcancé en las dos primeras competencias (competencia interpersonal y competencia comunicativa). ¿Por qué? Supongo que siempre entendí que estas dos competencias son las más relevantes para la docencia. De hecho, fueron las que tanto yo como todo el grupo evaluamos como las más relevantes en el ejercicio que realizamos en clase. Sin embargo, quedó claro que debía trabajar todavía mucho para mejorar mis habilidades en estas dos competencias, sobre todo en aquellos aspectos relacionados con los indicadores de nivel 3 (p. ej. aspectos éticos y de conexión con los alumnos).
Mi nivel en el resto de las competencias docentes resultó bajo. En las competencias metodológica, de innovación, de trabajo en equipo y de planificación y gestión de la docencia probablemente no alcancé ni el nivel 1… En esto influyó, seguramente, mi poca experiencia como docente y que hasta la fecha solamente había impartido clases o módulos sueltos sin participar en la coordinación de las asignaturas. Por ejemplo, daba (y doy) muchas clases de prácticas, sin haber participado en el diseño de las mismas. En consecuencia, reflexioné sobre la necesidad de pensar en estrategias factibles para ir mejorando diferentes aspectos de estas competencias. Pensé, que, en la medida de lo posible, debería involucrarme más en la parte de gestión y planificación de las asignaturas en las que participo. Asimismo, llegué a la conclusión de que debería ir poniendo en práctica algunas de los conceptos, metodologías e innovaciones que fuéramos aprendiendo durante el máster. Finalmente, en la autoevaluación, consideré que tenía la actitud necesaria para mejorar, pero que era necesito un plan conciso y viable para poder hacerlo con éxito.